Un catecúmeno es una persona que desea recibir el sacramento del Bautismo y se prepara para hacerlo de la mejor manera. Se instruye en la fe, escuchando y reflexionando la palabra de Dios.
De este modo el Catecúmeno, comienza a recorrer el camino para unirse a Cristo y a la Iglesia mediante la fe y los sacramentos.
Desde un principio, el nombre catecúmeno se aplicaba a quien aún no había sido iniciado en los sacramentos, pero se preparaba para tal propósito.
En tiempos de los apóstoles era algo simple en carácter. Tras finalizar esta etapa de preparación y prueba, sus nombres se inscribían entre los competentes para recibir el bautismo y otros sacramentos.
No sería hasta los siglos II y III de la era cristiana en que se configuraría en la Iglesia el Catecumenado como una institución con características más definidas, considerando etapas o tiempos claramente diferenciados.
Después de la caída del imperio de Occidente, alrededor del siglo V, el catecumenado era solamente la preparación previa al bautismo. De hecho, la mayoría de los bautizados ya eran bebés porque nacían directamente en familias cristianas.
En la actualidad se llama catecúmeno a aquel adulto que no ha recibido los sacramentos de niños y debe prepararse para ello. Se fundamenta en que la aceptación de ser cristiano implica conocer y creer la doctrina de la iglesia, preparando al individuo de forma intelectual y moral.
El proceso de conversión de un catecúmeno es llamado catecumenado.
"Pregunte a un hombre, ¿usted es Cristiano? Él contesta, "No", si él es un pagano o un judío. Pero si él dice 'Sí’, se pregunta otra vez, ¿Usted es un catecúmeno o un fiel?" San Agustín, In Joan., xliv, 2, P.L., XXXV, 1714.
Se refiere al tiempo durante el cual se preparaba el catecúmeno para recibir el bautismo. Así, el catecumenado es una institución de la Iglesia al servicio de la iniciación cristiana de los adultos recién convertidos que se preparan para recibir el Bautismo.
El Catecismo de la Iglesia Católica define la Iniciación cristiana, como "la participación en la naturaleza divina". Que se realiza recibiendo los tres sacramentos que llamamos de iniciación cristiana: el bautismo, que es el comienzo de la vida nueva; la confirmación, que es su afianzamiento; y la eucaristía, que alimenta a la persona con el Cuerpo y la Sangre de Cristo para ser transformado en Él.
La Iglesia acoge, acompaña, enseña a seguir la acción del Espíritu Santo. El catecumenado se desarrolla en cuatro etapas que se van uniendo a través de los ritos: de entrada, en el catecumenado, de elección de la persona y de celebración de los sacramentos.
Con estas etapas, el Catecumenado de adultos ofrece una iniciación progresiva de los catecúmenos en la comunidad de los fieles. A través de este proceso, toda la comunidad considera junto a ellos el valor de la vida y las enseñanzas de Jesús, especialmente su Pasión, Muerte y Resurrección, junto con renovar la conversión y el discipulado misionero.
Los catecúmenos son “aquellos que, movidos por el Espíritu Santo, solicitan explícitamente ser incorporados a la Iglesia, y que por este mismo deseo, así como también por la vida de fe, esperanza y caridad que llevan, están unidos a la Iglesia, que los acoge ya como suyos”.”
Código de Derecho Canónico
El catecumenado de adultos en las diócesis se recoge en las orientaciones de la delegación diocesana que señalan los pasos necesarios para que los candidatos reciban los sacramentos.
En estas orientaciones se indican algunas diferencias entre los adultos y los niños.
Los adultos son recibidos e inscritos como candidatos en la parroquia. Se preparan mediante el catecumenado, estimado en dos cursos. Los catecúmenos reciben los ritos de preparación el primer domingo de cuaresma por el obispo en la Catedral.