El párroco y los sacerdotes que colaboran con él tienen una gran responsabilidad pastoral, sin mencionar que hoy en día se les pide cuidar a más almas y asumir más responsabilidades y más funciones que nunca. Por eso, cualquier apoyo que se les brinde puede aliviar la carga de trabajo, y permitirles centrarse en las necesidades espirituales de su comunidad. Si cada fiel hiciese una sola cosa para ayudar en la vida de la Iglesia, entonces el trabajo del párroco sería mucho más fácil.
¿Cuáles son las responsabilidades pastorales de un párroco y cómo la comunidad puede ayudar?
Si nunca te has preguntado cómo puedes ayudar, aquí te proponemos ocho maneras de hacerlo. Pero ten en cuenta que la primera recomendación es animarte a ofrecer tu ayuda. No esperes a que te pregunten si puedes hacer algo, ¡ofrécete! Ofrecer voluntariamente tu tiempo a la parroquia es un signo de apoyo y de servicio.
Antes del Concilio Vaticano II, toda la responsabilidad y la gestión de la parroquia dependía solamente del párroco. Gracias al Vaticano II, ya no tenemos excusas para comprometernos en la tarea de difundir la Palabra de Dios.
Desde el Bautismo somos incorporados a Cristo y participamos a nuestro modo de los tres ministerios, sacerdotal, profético y real. De forma que nuestra presencia y vocación son constitutivas del Pueblo de Dios, junto con la de los sacerdotes. Nuestra participación comunitaria en la vida de la Iglesia es imprescindible para su existencia, como también, al mismo tiempo, para nuestra propia identidad y misión cristiana.
Es necesario, por tanto, participar activamente en la celebración de los sacramentos, acoger con corazón obediente el anuncio apostólico de la fe y dar testimonio de ella. Vive los propios dones y tareas en la plena comunión de la Iglesia. Esto no sólo nos prepara para descubrir una relación más profunda con Cristo, sino que también nos confiere una mayor responsabilidad como laicos hacia nuestra Iglesia y la comunidad en la que vivimos.
El Concilio Vaticano II también nos enseña que la Santa Misa debe ser el centro y la raíz de la vida cristiana. En cada Eucaristía la presencia de Cristo resucitado se hace sacramento de comunión, y la fe compartida se transforma en banquete fraterno y alimento de vida. Para ello debemos emprender caminos y acciones que ayuden a recorra todas las partes de nuestras celebraciones. De esta manera cumpliremos el mandato de Jesús de «hacer lo mismo que Él hizo» y conseguiremos que toda la asamblea «tome parte» en la Eucaristía.
«La santa madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza de la liturgia misma, y a la cual tiene derecho y obligación, en virtud del bautismo, el pueblo cristiano»Documentos del Vaticano II, Constitución Sacrosanctum Concilium (SC), 14.
Para promover la participación activa puedes responder firmemente, ser lector, monaguillo o también cantante en las celebraciones. Esto aligera la carga del sacerdote en España y ayuda a que la liturgia fluya sin contratiempos.
Hay que cuidar a nuestro párroco y a sus sacerdotes colaboradores, ya que son pocos y la necesidad de su ministerio es mucha. El exceso de trabajo y la incomprensión de muchos los puede llevar al agotamiento o a la frustración, por ello la oración y el acompañamiento amistoso es un servicio que debemos brindar abriendo las puertas de nuestras familias y actividades, de tal manera que les den a ellos el descanso y la cercanía, que redundará en un mejor servicio para toda la comunidad.
Los sacerdotes necesitan de tus oraciones para continuar su labor pastoral. Hazles saber que no están solos. Dedica tiempo a rezar por el párroco y los sacerdotes de tu parroquia, pidiendo por su bienestar, sabiduría y fortaleza en su ministerio.
Aunque ellos no lo piden, necesitan tus oraciones para reconfortarse y continuar su misión. Hazles saber, a través de la oración, que cuentan contigo y que no están solos. Que nuestra oración les infunda fortaleza para superar los obstáculos, fidelidad al magisterio y ánimo para impulsar el cambio de todo el mundo. ¿Sabes ya cuándo es el cumpleaños de tu párroco? ¿Su aniversario de ordenación sacerdotal?
Los grupos parroquiales son asociaciones formadas por miembros de una parroquia, que comparten intereses, objetivos o actividades en común. Estos grupos están orientados hacia la práctica y vivencia de la fe, y suelen tener como finalidad fomentar la comunidad, el crecimiento espiritual y la participación activa de los fieles en la vida de la parroquia.
El Consejo de Pastoral parroquial, presidido por el párroco, estudia todo lo referente al trabajo pastoral de la parroquia y en comunión con la Iglesia diocesana. Cada grupo y los distintos roles pastorales se encuentran representados en este Consejo, y su misión principal es cooperar con el párroco en la programación de las actividades. Su actividad comienza un poco antes del curso, en septiembre y finaliza tras el último acto oficial del curso, en junio.
Las personas que tengan inquietud por desarrollar su vocación específica en la Iglesia pueden incorporarse al grupo parroquial que esté más cercano a sus preocupaciones humanas o cristianas. Pregunta a tu párroco.
Como escribe el papa Francisco, el Señor nos llama a que «cada uno de nosotros, con sus recursos espirituales e intelectuales, con sus competencias profesionales o su experiencia de vida, y también con sus límites y defectos, se esfuerce en ver los modos de colaborar más y mejor en la inmensa tarea de poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas» (Christus Vivit, 162).
El ministerio laical del catequista es una vocación, es una misión. Ser catequista significa que uno es catequista, no que trabaja de catequista. Es todo un modo de ser, y hacen falta buenos catequistas que sean a la vez acompañantes y pedagogos.
Hacen falta personas creativas que anuncien el Evangelio, pero que lo anuncien con su vida, con mansedumbre, con un lenguaje nuevo y abriendo caminos nuevos. Y en tantas diócesis, en tantos continentes, la evangelización fundamentalmente está en manos de un catequista.
El ejercicio de la caridad forma parte de nuestra misión como católicos. Cáritas parroquial funciona gestionada por un grupo de voluntarios que se encargan de identificar los casos de necesidad existentes en la comunidad de la parroquia.
Una vez que se han identificado las necesidades y se han recopilado los recursos, se distribuye esta ayuda directamente a las personas que la necesitan. Esto puede ser a través de alimentos, artículos de higiene, ropa, ayuda financiera, entre otros.
Hay que tener presenta la importancia que tiene en el conjunto la acción de las Cáritas diocesanas y parroquiales, y de sus esfuerzos destinados a garantizar el acceso de las personas más vulnerables a derechos básicos como alimentación, vivienda, sanidad o educación.
Cáritas parroquial también puede ofrecer asistencia en situaciones de emergencia, como desastres naturales o crisis económicas repentinas. Colabora con otras organizaciones y agencias locales que ofrecen servicios complementarios, como refugios de emergencia, centros de empleo, servicios de salud, entre otros.
En el tema económico también puedes ayudar. Con mucho o con poco. Esporádicamente o mensualmente, trimestralmente, semestralmente o anualmente. Además, las donaciones realizadas a fundaciones o a entidades acogidas a la Ley de Mecenazgo conllevan deducciones fiscales para los donantes. El coste de cantidad que realmente se aporta es mucho menor que la que recibe la institución. Esto mismo se aplica, por supuesto, a las donaciones que realices a la parroquia y a la diócesis.
También sucede con las organizaciones que como la Fundación CARF apoyamos a la labor sacerdotal e impulsamos su formación. Porque la necesidad de formarse y cuidar la actualización permanente en las enseñanzas de la Iglesia y en los modos de atender a las personas también es necesaria para los sacerdotes.
Recuerda que tu ayuda a la parroquia y tu apoyo a su párroco y a los sacerdotes puede marcar una gran diferencia en la vida de la parroquia y en la vida del párroco. Siempre es bueno hablar con el párroco o el personal parroquial para conocer sus necesidades específicas y cómo puedes contribuir de la mejor manera.