Estos Misterios de la Luz fueron añadidos al Santo Rosario por iniciativa del papa San Juan Pablo II en 2002. Los Misterios Luminosos se rezan los días jueves y son la tercera parte de las cuatro series de cinco misterios que conforman el Rosario. También se rezan, los Misterios Gozosos que tratan la Encarnación y la infancia de Jesús, los Misterios Dolorosos de la Pasión de nuestro Señor y los Misterios Gloriosos de los sucesos ocurridos a partir de la Resurrección.
San Juan Pablo II meditó sobre los Misterios Luminosos y explicó que “dejan brillar el esplendor de la naturaleza divina de Dios en Jesucristo” “el tiempo en el que Jesús, con la potencia de la palabra y de las obras, revela plenamente el ‘rostro’ del Padre celestial, inaugurando su Reino de amor, de justicia y de paz”.
El papa nos explica también en 2003 la presencia de María en estos misterios, que en este caso se encuentra generalmente en el trasfondo, a excepción de las bodas de Caná
En este Evangelio se nos enseña que uniéndonos a Jesús nos unimos al Padre a través del Espíritu Santo, un misterio inexplicable de fe. Juan Bautista nos deja el testimonio de haber visto el Espíritu de Dios en forma de paloma posarse sobre Jesús y haber escuchado la voz de un Padre complacido.
“En el Sacramento del Bautismo, Nuestro Padre Dios ha tomado posesión de nuestras vidas, ha puesto en tu alma un sello indeleble. Por medio del Bautismo nos ha incorporado a la de Cristo y nos ha enviado el Espíritu Santo. La fuerza y el poder de Dios iluminan la faz de la tierra. ¿No te enciendes en deseos de hacer que todos le amen?” Josemaría Escrivá de Balaguer
Jesús nos muestra su humildad porque aun siendo el Hijo de Dios, se hace bautizar delante de tanta gent. Nos permite entender casí la importancia que ha de tener el Sacramento del Bautismo en nuestras vidas.
“Si queréis que vuestros niños lleguen a ser auténticos cristianos, ayudadles a crecer «inmersos» en el Espíritu Santo, es decir, en el calor del amor de Dios, en la luz de su Palabra. Por eso, no olvidéis invocar con frecuencia al Espíritu Santo, todos los días.”
“Es muy importante rezar al Espíritu Santo, porque nos enseña a llevar adelante la familia, los niños, para que estos niños crezcan en el clima de la Trinidad santa. Es precisamente el Espíritu quien los lleva adelante. Por ello no olvidéis invocar a menudo al Espíritu Santo, todos los días.
"Cuando decís esta oración, sentís la presencia maternal de la Virgen María. Ella nos enseña a invocar al Espíritu Santo, y a vivir según el Espíritu, como Jesús.” Meditaciones de los misterios del Santo Rosario, Papa Francisco.
El Evangelio de Lucas nos dice que María estaba junto a Jesús. Ella está velando por las necesidades de los demás y se preocupa por el bienestar de todos hijos. ¡La Santísima Virgen María, está junto a Él para decirle, no tienen vino, no tienen salud, no tienen trabajo, no tienen vida, no tienen esperanza, no tiene fe…, ¡allí esta nuestra Madre procurando colaborar en los asuntos de Jesús, y con sus palabras humildes nos pide simplemente “¡Hagan, lo que Él les diga”, nos dice confíen, no pierdan la esperanza, entréguense a Él y escúchenlo!
“Es propio de una mujer, y de un ama de casa atenta, advertir un descuido, estar en esos detalles pequeños que hacen agradable la existencia humana: y así actuó María. Si nuestra fe es débil, acudamos a la Santísima Virgen María. Nuestra Madre intercede siempre ante su Hijo para que nos atienda y se nos muestre, de tal modo que podamos confesar: Tú eres el Hijo de Dios.” Josemaría Escrivá de Balaguer
“¡María simplemente es madre, ya ha dejado el problema en las manos de Dios! Su apuro por las necesidades de los demás apresura la «hora» de Jesús. Y María es parte de esa hora, desde el pesebre a la cruz. (…) El mejor vino está por venir. Y susúrrenselo a los desesperados o a los desamorados. Ten Paciencia, ten esperanza, Haz como María, reza actúa, abrí tu corazón, porque el mejor vino va a venir. Meditaciones de los misterios del Santo Rosario, Papa Francisco.
Jesús, en este Evangelio, nos invita a la conversión. Convertirse es colocar a Dios en el centro de nuestras vidas y amarlo con sinceridad. Para convertirse es necesario dejar en manos de Dios todo nuestro ser en cuerpo y alma. Y darse y servir a los demás, ser misionero del Señor.
“¡Con qué naturalidad se mete Jesús en la barca de cada uno de nosotros! Cuando te acerques al Señor, piensa que está siempre muy cerca de ti, en ti: “regnum meum intra vos est” (Lc 17, 21). Lo encontrarás en tu corazón. Cristo debe reinar, antes que nada, en nuestra alma. Para que Él reine en mí, necesito su gracia abundante (...) ” Josemaría Escrivá de Balaguer
“Jesús no es un misionero aislado, no quiere realizar solo su misión, sino que implica a sus discípulos. (…) ¡Esto es muy hermoso! Jesús no quiere obrar solo, vino a traer al mundo el amor de Dios y quiere difundirlo con el estilo de la comunión, con el estilo de la fraternidad. (…) La finalidad es anunciar el Reino de Dios, ¡y esto es urgente! También hoy es urgente. No hay tiempo que perder en habladurías (…) ¡Cuántos misioneros hacen esto! Siembran vida, salud, consuelo en las periferias del mundo. ¡Qué bello es esto! No vivir para sí mismo, no vivir para sí misma, sino vivir para ir a hacer el bien. Hay tantos jóvenes hoy en la Plaza: pensad en esto, preguntaos: (…) ¿sois valientes para esto, tenéis la valentía de escuchar la voz de Jesús? ¡Es hermoso ser misioneros! Ah, ¡lo hacéis bien! ¡Me gusta esto! (…) Todos deben ser misioneros, todos pueden escuchar la llamada de Jesús y seguir adelante y anunciar el Reino.” Meditaciones de los misterios del Santo Rosario, Papa Francisco.
En este Evangelio Jesús nos enseña que existe un lugar mucho mejor que este lugar donde vivimos; donde muchas veces el sufrimiento nos confunde. Las tribulaciones y el ruido humano distraen nuestra verdadera misión cristiana. Y las necesidades materiales vacían nuestro espíritu y endurecen nuestro corazón.
“Vultum tuum, Domine, requiram” (Ps. 26, 8), buscaré, Señor, tu rostro. Me ilusiona cerrar los ojos, y pensar que llegará el momento, cuando Dios quiera, en que podré verle, no como en un espejo, y bajo imágenes oscuras... sino cara a cara (I Cor. 13, 12). Sí, mi corazón está sediento de Dios, del Dios vivo: ¿Cuándo vendré y veré la faz de Dios? (Ps. 41,3) Josemaría Escrivá de Balaguer
"De este episodio de la Transfiguración, quisiera señalar dos elementos significativos, que sintetizo en dos palabras: subida y bajada. Tenemos necesidad de apartarnos en un espacio de silencio (de subir a la montaña) para reencontrarnos con nosotros mismos y percibir mejor la voz del Señor. ¡Pero no podemos quedarnos ahí! El encuentro con Dios en la oración nos impulsa nuevamente a bajar de la montaña y a volver hacia abajo, a la llanura, donde nos encontramos con muchos hermanos abrumados por fatigas, injusticias, pobreza material y espiritual. A estos hermanos nuestros que están en dificultad, estamos llamados a brindarles los frutos de la experiencia que hemos vivido con Dios, compartiendo con ellos los tesoros de la gracia recibida."
"Esta misión concierne a toda la Iglesia y es responsabilidad en primer lugar de los Pastores (obispos y sacerdotes) llamados a sumergirse en medio de las necesidades del Pueblo de Dios, acercándose con afecto y ternura, especialmente a los más débiles y pequeños, a los últimos. Pero para cumplir con alegría y disponibilidad esta obra pastoral, los Obispos y los sacerdotes necesitan de los rezos de toda la comunidad cristiana." Meditaciones de los misterios del Santo Rosario, Papa Francisco.
Podemos imaginar a los discípulos alrededor de Jesús, escuchando sus palabras. Habían recibido la gracia que solamente viene de Dios y que es recibida solo por aquellos de corazón humilde “que creen sin haber visto”.
"Se hacía noche en el mundo, porque los viejos ritos, los antiguos signos de la misericordia infinita de Dios con la humanidad iban a realizarse plenamente, abriendo el camino a un verdadero amanecer: la nueva Pascua. La Eucaristía fue instituida durante la noche, preparando de antemano la mañana de la Resurrección.
Jesús se quedó en la Eucaristía por amor..., por ti. Se quedó, sabiendo cómo le recibirían los hombres... y cómo lo recibes tú." Josemaría Escrivá de Balaguer
"Cristo ha derramado su Sangre como precio y como baño sagrado que nos lava, para que fuéramos purificados de todos los pecados: para no disolvernos, mirándolo, saciándonos de su fuente, para ser preservados del riesgo de la corrupción. Y entonces experimentaremos la gracia de una transformación: nosotros siempre seguiremos siendo pobres pecadores, pero la Sangre de Cristo nos librará de nuestros pecados y nos restituirá nuestra dignidad. Nos liberará de la corrupción. Sin mérito nuestro, con sincera humildad, podremos llevar a los hermanos el amor de nuestro Señor y Salvador. Seremos sus ojos que van en busca de Zaqueo y de la Magdalena; seremos su mano que socorre a los enfermos del cuerpo y del espíritu; seremos su corazón que ama a los necesitados de reconciliación, de misericordia y de comprensión.
De esta manera la Eucaristía actualiza la Alianza que nos santifica, nos purifica y nos une en comunión admirable con Dios. Así aprendemos que la Eucaristía no es un premio para los buenos, sino la fuerza para los débiles, para los pecadores, es el perdón, el viático que nos ayuda a andar, a caminar" Meditaciones de los misterios del Santo Rosario, Papa Francisco.
Nos alumbran un camino que inicia desde el momento en que somos bautizados, luego nos conduce a entender la debilidad de Jesús ante el amor de su Madre; mostrándonos el poder de intercesión de María como abogada nuestra.
Mas adelante nos invita a convertirnos con sinceridad y a creer en el Evangelio para llevarlo precisamente allí donde los sacerdotes no pueden llegar. Pero para esto Jesús nos pide tener un corazón humilde, un espíritu transfigurado en el Suyo y nos llama aparte para imitarlo en la oración.
Luego, los apóstoles nos ilustran a Jesús en su gloria divina, nos describen un lugar mas bello que este mundo y nos alientan a comprender que el sufrimiento es la esperanza de nuestra salvación. Y en este ultimo misterio Jesús nos revela que se queda con nosotros en el Pan Eucarístico y nos pide “coman y beban de el porque este es mi Cuerpo”. Jesús nos dice claramente “Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo le resucitaré en el último día”.
En este Evangelio Jesús también instituye la Orden Sacerdotal, puesto que pide a sus Apóstoles “Hagan esto en memoria mía”, que repitan lo que El hizo en la Ultima Cena. Los Apóstoles de Jesús no han dejado de cumplir este mandato, porque sus sucesores han dejado todo para seguirlo y esos son nuestros santos sacerdotes.
Con la colaboración de:
OpusDei.com
Meditaciones de los misterios del Santo Rosario, Papa Francisco.