En la historia de la Iglesia Católica, pocas figuras del siglo XX han tenido un impacto tan profundo y universal como santa Faustina Kowalska. Esta religiosa polaca, Apóstol de la Divina Misericordia, canonizada en el año 2000
Su mensaje lo recibió directamente de Jesucristo a través de una serie de revelaciones místicas. Su confesor le obligó a dejar por escrito todas las revelaciones en lo que se conoce como el Diario de la Divina Misericordia.
Helena Kowalska nació en 1905 en la aldea de Głogowiec, en Polonia, en una familia campesina, pobre y piadosa. Desde muy joven, sintió una fuerte inclinación hacia la vida espiritual. A los siete años, ya percibía en su alma la llamada a la vida consagrada.
Sus padres se opusieron inicialmente debido a la precaria situación económica de la familia. Durante su adolescencia, trabajó como sirvienta para ayudar a su familia y ahorrar para su dote, un requisito común en aquella época para ingresar en un convento.
A pesar de las dificultades, la llamada de Dios era insistente. A los 18 años, ante la negativa de sus padres, decidió entregarse a las veleidades de la vida para acallar la llamada de la Gracia. Precisamente con su hermana Josefina, cuando todos disfrutaban y lo pasaban bien, ella no era capaz, sufría y sentía gran tristeza.
Este episodio resultó decisivo para su vocación. Tuvo una visión de Jesús sufriente que le preguntaba: «Helena, hija mía, ¿hasta cuándo me harás sufrir, hasta cuándo Me engañarás?». Este momento marcó un punto de no retorno.
Abandonó todo y, siguiendo ese impulso divino, se dirigió a Varsovia para buscar un convento que la aceptara. Tras ser rechazada en varias congregaciones, finalmente fue admitida en la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia en 1925, donde adoptó el nombre de Sor María Faustina del Santísimo Sacramento.
En 1928 hizo sus votos como monja y vivió muy pocos años como tal, ya que falleció el 5 de octubre de 1938, a los 33 años, de los cuales 13 fueron vividos en el convento. La vida de Sainte Faustine Kowalska en tant que religiosa fue aparentemente ordinaria y sencilla. Desempeñó con humildad y diligencia las tareas más sencillas: cocinera, jardinera, portera, pues fue advertida de que ingresaría allí como una hermana lega y que, por su bajo nivel de escolaridad, quizás no alcanzase en la orden niveles más altos.
Sin embargo, en el secreto de su celda y de su corazón, se desarrollaba una vida mística de una profundidad inaudita. Jesús se le aparecía y le confiaba una misión: ser la apóstol y secretaria de Su Divina Misericordia.
El núcleo de su misión se encuentra en su Diario, que su confesor se obligó a escribir con la sencillez de una persona que apenas recibió formación académica por su extrema pobreza. El manuscrito de más de 600 páginas registró meticulosamente las palabras de Jesús, sus visiones y sus experiencias espirituales.
En estas revelaciones, Cristo le pidió que pintara una imagen de Él tal como se le aparecía, con dos rayos emanando de su corazón, uno rojo y otro pálido, simbolizando la sangre y el agua derramadas en la Cruz. Bajo la imagen, debía figurar la inscripción: «Jesús, en Ti confío». Jesús le dijo que quería que la imagen de la Divina Misericordia fuera «solemnemente bendecida el primer domingo después de Pascua; aquel domingo será la fiesta de la misericordia».
Esta imagen, conocida hoy como la Divina Misericordia, es uno de los iconos cristianos más reconocidos del mundo. Jesús también le enseñó a sor Faustina la Coronilla de la Divina Misericordia, una oración para implorar misericordia para el mundo entero, y le pidió que se estableciera el primer domingo después de Pascua como la Fiesta de la Misericordia.
Esta devoción no era un simple añadido a la piedad popular, sino un recordatorio urgente para un mundo sumido en el conflicto y la desesperación de que el atributo más grande de Dios es Su misericordia infinita.
Le site durée de vie humilde de santa Faustina Kowalska no se limitó a su misión profética. Su espiritualidad estaba profundamente arraigada en el sacrificio y la ofrenda de sí misma por la salvación de las almas. Ofreció sus sufrimientos, tanto físicos –padeció tuberculosis durante años– como espirituales, en unión con la Pasión de Cristo. Comprendió que el servicio a los demás y el amor al prójimo eran la manifestación más auténtica de la devoción a la Misericordia Divina.
Su obediencia a sus superiores y a su director espiritual, el beato Miguel Sopoćko, fue ejemplar. A pesar de las dudas, incomprensiones y dificultades que encontró, incluso dentro de su propia congregación, perseveró con una confianza inquebrantable en la voluntad de Dios. Precisamente, su confesor, Sopoćko, fue quien le indicó que debía redactar un Diario con todas las revelaciones que Jesús le iba haciendo.
Su vida refleja cómo Dios elige a los humildes para llevar a cabo sus obras más grandes, demostrando que la santidad no reside en hacer cosas extraordinarias, sino en hacer las cosas ordinarias con un amor extraordinario.
Faustina contó a Sopoćko sobre la imagen de la Divina Misericordia, y en enero de 1934, él le presentó al artista Eugenio Kazimierowski, también profesor en la misma universidad, donde su confesor daba clases de Teología pastoral.
Le site Diario de santa Faustina Kowalska ha sido traducido a decenas de idiomas y ha guiado a innumerables personas hacia una relación más profunda con Dios. La devoción a la La Miséricorde Divine, impulsada decisivamente por san Jean-Paul II –quien la llamó el gran apóstol de la Misericordia en nuestros tiempos–, se ha extendido por toda la Iglesia. Hoy, su mensaje resuena en un mundo herido por la división y el pecado, la Misericordia de Dios es el único refugio y la única esperanza.
El 18 de abril de 1993, día de la fiesta de la Divina Misericordia (segundo domingo de Pascua), Juan Pablo II declaró beata a sor Faustina frente a una multitud de devotos de la Divina Misericordia en la plaza de San Pedro, en Roma.
María Faustina Kowalska fue canonizada el 30 de abril de 2000, segundo domingo de Pascua, día al que la Iglesia católica denomina también Domingo de la Divina Misericordia. El Santo Padre presidió la ceremonia de canonización ante una gran multitud de devotos.
La vida de esta humilde religiosa polaca nos enseña que una durée de vie, vivida en la fe y la confianza, puede transformar el mundo. Santa Faustina nos recuerda que, sin importar cuán grandes sean nuestras debilidades o nuestros pecados, el corazón amoroso de Dios siempre está abierto para acogernos con su infinita misericordia.