āLa Iglesia estĆ” viva āfue su saludo aquel 24 de abril de 2005ā porque Cristo estĆ” vivo, porque Ć©l ha resucitado verdaderamenteā. La Iglesia estĆ” viva y es joven, seƱalaba. La Iglesia vive con esa juventud de Cristo resucitado. Y por eso, manifestaba no tener otro programa que ponerse a la escucha de Dios para que Ćl siga conduciendo a la Iglesia.
Esa misma certeza, mostró ese dĆa Benedicto XVI, con confianza y alegrĆa, comprobando y confirmando que ha sido escuchado: āPuedo decir que el SeƱor realmente me ha guiado, ha estado cerca de mĆ, he podido percibir cotidianamente su presenciaā.
Como quien ha experimentado bien el camino del Evangelio, haciendo carne de su vida el ministerio de Pedro, afirma: āHa sido un trecho del camino de la Iglesia, que ha tenido momentos de alegrĆa y de luz, pero tambiĆ©n momentos no fĆ”ciles; me he sentido como San Pedro con los apóstoles en la barca en el lago de Galilea: el SeƱor nos ha dado muchos dĆas de sol y de brisa suave, dĆas en los que la pesca ha sido abundante; ha habido tambiĆ©n momentos en los que las aguas se agitaban y el viento era contrario, como en toda la historia de la Iglesia, y el SeƱor parecĆa dormir. PeroĀ siempre supe que en esa barca estaba el SeƱor y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mĆa, no es nuestra, sino que es suya. Y el SeƱor no deja que se hunda; es Ćl quien la conduce, ciertamente tambiĆ©n a travĆ©s de los hombres que ha elegido, pues asĆ lo ha querido. Ćsta ha sido y es una certeza que nada puede empaƱarā.
Giotto, Navicella (1605-1613), FÔbrica de San Pedro, Vaticano
Experiencia, testimonio y agradecimiento: āY por eso mi corazón estĆ” lleno de gratitud a Dios, porque jamĆ”s ha dejado que falte a toda la Iglesia y tampoco a mĆ su consuelo, su luz, su amorā.
Se dirige ahora a quienes le escuchaban en esa audiencia y a todos los que retomamos sus palabras. Y nos dice para quĆ© proclamó el AƱo de la fe: āpara fortalecer precisamente nuestra fe en Dios en un contexto que parece rebajarlo cada vez mĆ”s a un segundo planoā. Quiere transmitirnos su experiencia mediante su testimonio, y movernos asimismo a la confianza alegre y a la oración agradecida; sin olvidarse de agradecer Ć©l mismo el trabajo y el acompaƱamiento, el respeto y la comprensión de los que le han rodeado y le rodean.
Como natural le sale lo teológicamente profundo: āSĆ,Ā el Papa nunca estĆ” solo; ahora lo experimento una vez mĆ”s de un modo tan grande que toca el corazónā. Habla de tantas personas que le han escrito, no como a un prĆncipe o a un personaje que no conocen: āMe escriben como hermanos y hermanas o como hijos e hijas, sintiendo un vĆnculo familiar muy afectuosoā. Por eso asegura haber experimentado vivamente la realidad de la Iglesia como cuerpo vivo en Cristo y familia de Dios: āAquĆ se puede tocar con la mano quĆ© esĀ la IglesiaĀ āno una organización, una asociación con fines religiosos o humanitarios, sinoĀ un cuerpo vivo, una comunión de hermanos y hermanas en el Cuerpo de Jesucristo, que nos une a todosā. Consecuencia: āExperimentar la Iglesia de este modo, y poder casi llegar a tocar con la mano la fuerza de su verdad y de su amor, es motivo de alegrĆa, en un tiempo en que tantos hablan de su declive. Pero vemos cómo la Iglesia hoy estĆ” vivaā.
Se refiere luego a su oración insistente, durante los Ćŗltimos meses, para pedirle a Dios luz, con el fin de acertar en su decisión. Y afirma haber dado ese paso ācon plena conciencia de su importancia y tambiĆ©n de su novedad, pero con una profunda serenidad de Ć”nimoā.
De ahĆ se siguen igualmente lecciones sencillas y densas: āAmar a la Iglesia significa tambiĆ©n tener el valor de tomar decisiones difĆciles, sufridas, teniendo siempre delante el bien de la Iglesia y no el de uno mismoā. A lo largo de estos aƱos ācontinĆŗaā, āhe podido experimentar, y lo experimento precisamente ahora, que uno recibe la vida justamente cuando la daā; porque el sucesor de Pedro (por ser el padre comĆŗn de la familia de Dios en la tierra), āya no se pertenece a sĆ mismo, pertenece a todos y todos le pertenecenā. Y confirma que, tambiĆ©n en su caso, eso no tiene vuelta atrĆ”s; que no piensa abandonar la cruz, y como signo de ello permanecerĆ” en el recinto del Vaticano: āContinuarĆ© acompaƱando el camino de la Iglesia con la oración y la reflexión, con la entrega al SeƱor y a su Esposa, que he tratado de vivir hasta ahora cada dĆa y quisiera vivir siempreā.
Es dĆa en la plaza Vaticano y tras pedir oraciones por su persona y por quienes tienen el deber de elegir a un nuevo Papa, invocando a MarĆa, se ha despedido Benedicto XVI; como si nos dijera ālo ha seƱalado Mons. Javier EchevarrĆaā āno os dejarĆ© huĆ©rfanosā¦ā (Jn 14, 18). Y no sin ejercer, apurando el Ćŗltimo minuto, su deber de confirmar a los fieles en la unidad y en la fe:
āQueridos amigos,Ā Dios guĆa a su Iglesia, la sostiene siempre, tambiĆ©n y sobre todo en los momentos difĆciles.Ā No perdamos nunca esta visión de fe, que es la Ćŗnica visión verdadera del camino de la Iglesia y del mundo. Que en nuestro corazón, en el corazón de cada uno de vosotros, estĆ© siempre la gozosa certeza de que el SeƱor estĆ” a nuestro lado, no nos abandona, estĆ” cerca de nosotros y nos cubre con su amor. Graciasā.
La Ćŗltima palabra de Benedicto XVI, ante todo con su vida, es de agradecimiento, como grano de trigo que se hace fecundo (cf. Jn 12, 24).
Don Ramiro Pellitero Iglesias
Profesor de TeologĆa pastoral
Facultad de TeologĆa
Universidad de Navarra
Publicado en āIglesia y nueva evangelizaciónā